lunes, 27 de febrero de 2012

El grito de Munch

En una tarde de verano, hacia la una del mediodia, había marea alta, hacía un poco de viento, la humedad mojaba mi cara y humedecía mi ropa, de repente vi algo que me dejó aturdido. Sentí escalofríos, lancé un grito al aire.
Hacía unos días que estaba preparando un viaje en barco a New York. Tenía las maletas preparadas desde hacía una semana, me sentía feliz por ese viaje, era la única manera de ver a mis padres, embarqué pero de pronto vi algo terrible, era otro barco que estaba a punto de chocar contra nosotros, lancé un grito estridente que oyó todo el mundo.
Hoy estoy intentando olvidar lo sucedido.
Autoras: Laura I. y Silvana

El cielo del atardecer era como el fuego a pleno encender, el mar era de un color azul cristalino. Se veia a lo lejos un bello y antiguo puente a la orilla del mar. Había una tranquilidad absoluta acompañada del trinar de los pájaros. De repente esa tranquilidad se derrumbó por el terrible grito de Mario.
Mario era un chico bondadoso y con un gran corazón. Todos los días hacía el mismo recorrido, del trabajo a casa, pero ese día vio un avión que iba a estrellarse contra la ciudad. Quedaba poco tiempo hasta llegar a la torre de control, allí no había nadie, contacto con la policía, ya no había tiempo, el avión ya se había estrellado, el humo y el silencio invadieron la ciudad por completo.
Autores: Raúl, Laude y Paula.

En aquel atardecer un gran grito me dejó aturdida.
Me encontraba en el puente del rio Jukson, acababa de llegar de mi pequeño pueblo al norte del bonito rio. Venia de pasar unos dias de descanso, me sentía relajada y tranquila. Cuando oí ese gran alarido me di un susto impresionante, iba con unas grandes maletas que se me cayeron al suelo, no sabía lo que pasaba, vi a un hombre que con cara de preocupación miraba al rio.
Intenté acercarme pero no me hacía caso, después de un rato me dijo medio llorando que estaba muy triste, su mujer estaba enferma. Yo me sentí muy triste por él, me esforcé todo lo que pude por hacerle feliz, me contó que sonó su teléfono, era su hijo que le llamaba para decirle que su madre se había desmayado por culpa de su grave enfermedad.
El hombre salió corriendo, yo intenté cogerlo pero no pude, desapareció.
Intentaba conocerlo mucho más pero desgraciadamente no llegué a tiempo.
Autores: Daniel y Laura T.

Aquella tarde de verano de 1864 escuché un grito tremendo, provenía del paseo marítimo. Esa tarde se respiraba aire fresco hasta que un grito rompió el silencio. Era un grito estridente, agudo, casi repelente. Nos acercamos preocupados, entonces vimos al hombre que provocó aquel espantoso grito. Estaba alterado, sofocado, nervioso, irritado, intentamos que se tranquilizara, cuando lo conseguimos, nos contó lo ocurrido, le habían robado la cartera con los ahorros de su trabajo, su esfuerzo, sudor y sufrimiento. Ese carterista se llevó la ilusión del viaje de sus sueños, en unos segundos todo se echó a perder.
Intentamos consolarlo pero nuestro esfuerzo fue en vano.
Aquel dia ese hombre aprendió una valiosa lección.
Autores: Alberto y Violeta.

2 comentarios:

Irene dijo...

¡¡¡Muy originales la verdad!!!

Anónimo dijo...

Si, muy divertidos, interesantes y cobre todo, MUY originales.